Ya pendiente de un hilo, la narrativa de la Presidenta se cae. Cada vez más víctimas de la violencia se ven desesperadas y no encuentran, en el gobierno, empatía. A ellos se les suman las víctimas de la desatención y la ejecución equívoca de la política.
El narco entendió mejor que el gobierno lo que significa ejercer poder. No necesita urnas ni debates: ya gobierna. El Estado, en cambio, sigue en campaña, atrapado en discursos que no detienen balas ni rescatan territorios.
En unión fortalecida desde el poder, en nuestros días la impunidad ha fortalecido a la corrupción y, juntas, las dos inmorales conductas representan un desafío que la Presidenta Claudia Sheinbaum, pese a su obligación no ha querido enfrentar. Por lo mismo, se han convertido en el principal factor de desgaste del gobierno en solo un año de ejercicio.
Así, el tener una gran idea, el hacer un gran anuncio en una gran inauguración, no es lo mismo que ser un gran innovador. Esperemos ansiosos, y sin perder la esperanza, el gran anuncio que nos darán Claudia y Altagracia de México, país de innovación.
Carlos Manzo no era sólo un alcalde. Era un símbolo de resistencia, de organización popular, de dignidad frente al miedo. Su asesinato no puede ser relativizado, ni minimizado, ni instrumentalizado. Y quienes lo exigen no pueden ser tratados como adversarios, sino como defensores de la vida pública.