Ocultamiento, engaño o falsedad flagrante, en estos recientes siete años la práctica gubernamental de ocultar, eludir o revestir las verdades se han acentuado, primero con el agregado del cinismo de López Obrador para mentir en forma descarada y hoy con una Presidenta que al igual que su equipo van aprendiendo.
Si la Ley de Aguas se aprueba sin modificaciones sustanciales, los efectos serán devastadores. Tierras sin agua perderán valor y quedarán a merced de compradores externos. Agricultores sin medios de subsistencia se verán obligados a abandonar el campo, alimentando la migración hacia ciudades o al extranjero
La precaria situación económica de la Nación hace no factible, posible, viable o realizable el implementar una disminución de jornada laboral sin dañar, aún más, a la propia población a la que intenta beneficiar
Más allá de las crisis puntuales, las últimas semanas han mostrado ante México y el mundo el deterioro generado en nuestro país por siete años de políticas sectarias, de odio y confrontación, ante las que la población muestra un hartazgo que llevó hasta duras expresiones públicas de la Iglesia Católica.
El tono de este mensaje que dio la vuelta al mundo católico y no católico fue un punto y aparte de cómo la Iglesia católica se solidariza y acompaña a los que sufren por la violencia en México, pero también en solidaridad con aquellos que exigen mayores resultados al gobierno. Pero sobre todo un punto de quiebre en la interpretación de la realidad.