Opinión
Lunes 16 de Junio del 2025 11:18 hrs

¡AL HUESO!

¡No king!... ni queen


La concentración de poder y sus excesos equiparan, dentro de las asimetrías entre México y Estados Unidos, a dos mandos que han encaminado a ambos países a un conjunto de crisis y a la polarización interna que complica o impide encaminar soluciones.

¿Para qué acumulan tanto poder si no saben usarlo para construir? Demócrito.

Certero en sus análisis sobre el presente y futuro de la economía y cuidadosamente serio en sus textos, el periodista Enrique Quintana, director del matutino El Financiero, se permitió el pasado miércoles un juego de imágenes en su columna diaria Coordenadas, que tituló “Se le está yendo el país de las manos”.

Refiere que la nación se descompone en forma acelerada y se le han complicado cumplir las grandes promesas para llegar a la Presidencia con alta aprobación; la economía se estancó, las finanzas nacionales están en crisis, la violencia aumenta, los conflictos externos también y el equipo que le rodea no da el ancho, por lo que todos los problemas le llegan directamente.

Aclaró de inmediato referirse a Donald Trump, para enfriar a quienes llevaban la mente a la actual situación de México, donde sin embargo es también cada día más evidente que “se le está yendo el país de las manos”.

Cansa repetirlo, pero a la Presidente Sheinbaum le está saliendo cara políticamente la influencia que sobre su accionar tienen los radicales obedientes de López Obrador. La rodean encabezados por Jesús Ramírez, responsable -como ella lo ha revelado- de entregarle información o aconsejarle movimientos que luego la dejan mal parada.

Caso patente, cuando una forzada e interesada interpretación de la ley la llevó a señalar, en su espectáculo matinal, que probablemente sería la extremista Lenia Batres y no el aparentemente más prudente Hugo Aguilar, quien encabezaría el primer período bianual como presidente de una Corte ya partidizada y encaminada a caer en fanatismo.

Lo mismo, la inusitada e infantil reacción frente al reconocimiento hecho por España a la innegablemente valiosa tarea histórico-cultural del Museo Nacional de Antropología.

En la semana reciente, otro acelere verbal le pasó la cuenta. Ciertamente fue siempre un error garrafal cuando hablo de posibles movilizaciones -de los migrantes- ante la iniciativa de gravar los envíos de que hacen a sus familias desde Estados Unidos.

Un tema que debió permanecer en el ámbito diplomático, donde ya se registraban avances, fue subido al escenario público de la cada vez más compleja relación bilateral y terminó hábilmente usado por el gobierno de Trump como base para culpar al gobierno de México por las violentas manifestaciones contra las redadas.

Dislate complicado aún más por el impresentable Fernández Noroña, quien agravó la polémica y comprometió al Senado, que para vergüenza nacional representa.

En una contra respuesta a la Casa Blanca, la propia mandataria asumió el intento de aclarar a Kristi Noem que nunca incitó a la violencia y el llamado estaba destinado solo a migrantes legales, a fin de presionar a los legisladores para evitar el gravamen a remesas.

La reacción no debió sobrepasar el nivel de Relaciones Exteriores, pero inundada hoy la Cancillería de irresponsable demagogia populista, José Ramón De la Fuente esquía diario en lodo y piedras, con su prestigio académico arrastrado por la avalancha. 

Más allá de revelar los arranques extremistas en su grupo de entorno, , se ve a la vez la liviandad en la elaboración de las posturas de Presidencia frente a cualquier realidad contingente, sin medir las consecuencias de las palabras.

Una razón del error: ante opiniones negativas internas y externas a su gestión, en ascenso tras la pantomima de elección judicial, cobijarse bajo el nacionalismo barato por el golpeteo de Washington le ayuda a evitar el derrumbe del apoyo ciudadano ante la suma de crisis en el país. Así muestran estudios de opinión realizados por empresas y medios.

Paradójico, sin quererlo su liviandad lingual terminó apoyando una estrategia similar del actual mandamás de Washington. Trump ha usufructuado políticamente de incentivar el odio y la polarización interna, que ya cobra vidas de políticos. Arremete contra la migración como utiliza la violencia en California y el enfrentamiento con el gobierno local para desviar la atención de la debacle social, financiera y diplomática bajo su gobierno.

De trasfondo político-partidario, la reciente arremetida contra los migrantes en California se le ha revertido y su popularidad -lo que le duele- va en caída. Impresionante fue la movilización nacional de rechazo a sus excesos con una consigna demoledora: ¡NO KING!

En nuestro México, empero, la anunciada migración de empresas, salida de capitales, contracción de mercado, baja producción o paros técnicos en industrias -CINSA lo anunció aquí la semana anterior-, inflación en ascenso, corrupción descarada y tolerada, violencia y desapariciones que no ceden, protestas en actos de la Presidenta, muestran que el juego de realidades de Quintana no fue tan inocente.

Mañana, a su primer cara a cara con el “rey” Trump, Claudia Sheinbaum llega en mal pie. No pue de esperar mucho de un encuentro al que llega desarmada, a solicitar piedad, a aminorar daños y no a proponer soluciones. Es patente que no las tiene.

Si bien le va y el troglodita no protagoniza otro de sus acostumbrados desaguisados, podrá, como tras la cita con Landau, callar el agraviante fondo y decir que fue muy cordial y reclamó por el trato a los migrantes, los aranceles, el gravamen, pero eso y nada…






OPINION

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